La Puerta del Perdón de la Mezquita-Catedral de Córdoba

La Puerta del Perdón  de la Mezquita-Catedral de Córdoba es la entrada principal al recinto. Sus puertas de casi 10 metros de altura están realizadas en pino y cubiertas por placas de bronce de fundición. La decoración de lacería presenta inscripciones árabes en cúfico y latinas en escritura gótica. Eso nos puede despistar un poco, porque quizá no estemos acostumbrados a encontrar dos elementos característicos de culturas diferentes en una misma pieza. Pero eso es lo más interesante del arte mudéjar . Estas puertas se fechan en 1377, aunque con reparaciones posteriores, en un momento en el que el uso de las inscripciones árabes por parte de los monarcas cristianos es bastante común. Podemos ver aquí un ejemplo del intercambio cultural de la Península Ibérica durante la edad media.

Turín y Córdoba: un cielo en común

El pasado 10 de agosto celebramos la festividad de San Lorenzo, y no dejo de recordar la visita a la iglesia de San Lorenzo de Turín .Se trata de una iglesia que pasa casi desapercibida en fachada, pero que guarda un tesoro de la Historia del Arte que nos conecta con nuestra querida Mezquita-Catedral de Córdoba y su pasado hispanomusulmán.

Manuel Filiberto, duque de Saboya, encargó a Guarino Guarini la construcción de la iglesia de San Lorenzo, en agradecimiento a este santo por la victoria en la batalla de San Quintín, donde el duque estaba aliado con el monarca español Felipe II. Ambos dirigentes planearon levantar un templo en honor a San Lorenzo; el rey español ideó la construcción del gran complejo monástico de San Lorenzo de El Escorial. Mientras, Manuel Filiberto dedicó un templo al santo en la capital del Piamonte.

Se trata de un edificio de planta centralizada cuyo cuerpo principal es un octógono. Destaca la cúpula nervada que se apoya en columnas serlianas cuyas nervaduras se entrecruzan, recordando motivos de la arquitectura hispanomusulmana. 

Es curioso el sentimiento que surge de “estar en casa” al mirar hacia la hermosa cúpula. La mente viaja rápidamente a Córdoba, al frescor del bosque de columnas de la Mezquita Catedral y a sus “cielos”. No hay constancia de que el arquitecto italiano conociera los diseños cordobeses, pero de esta forma singular, se hacen presentes siglos más tarde en medio del Piamonte.