Medicina de Dios

Medicina de Dios

San Rafael, custodio de Córdoba, se encuentra presente en multitud de rincones de la ciudad, haciendo recordar a cada paso la Gracia donada por Dios a los cordobeses.

Cuando la peste asolaba la ciudad en el Siglo XVI, el Arcángel se apareció en sueños al padre Andrés de Roelas, estando el fraile gravemente enfermo. Durante sus apariciones le reveló que el salvaría a la ciudad de la peste. Parece que, efectivamente, poco después de la última, dejaron de morir las gentes de Córdoba. Fue nombrado Custodio Eterno de la ciudad y pocos años después se levantó el primero de los triunfos a él dedicados por la ciudad.

Francisco Pacheco, en su Arte de la Pintura, dicta las normas que debían seguir los pintores a la hora de enfrentarse con las imágenes de los ángeles, y que, sin duda, influían también a la representación escultórica. Según ellas, los Arcángeles debían representarse como varones jóvenes -entre 10 y 20 años-, sin barba -aunque «un poquito de bozo en los ángeles valientes no contradice al decoro ni a la hermosura»-, con rostros hermosos y ojos resplandecientes, «aunque á lo varonil», con lustrosos cabellos castaños o rubios, «gallardos talles y gentil composición de miembros, argumento de la belleza de su ser»; deben pintarse con alas hermosas, imitando sus colores del natural, pues son la expresión de su presteza en el cumplimiento de la voluntad y los mandatos divinos. En cuanto a sus vestiduras, Pacheco expone su variedad, pues «según la voluntad de su Señor, las necesidades de los hombres y variedad de ministerios que ejercitan, así toman los ángeles los trajes”.

Al visitante le llama la atención la importante presencia del Custodio, así como la representación de todo tipo de ángeles en iglesias y conventos. Hace pensar en una ciudad que mira al cielo, tratando siempre de buscar las más nobles aspiraciones.

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